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19.02.2019 – Viajes – por Gaspar Laprida, Micaela Buonarcorso
#ElChalten2019

Viaje a El Chaltén, parte 1: Al sur por la 40

El Ka (sobre)cargado, el tanque lleno y el mate listo. Salimos de San Martín rumbo a Chaltén el Viernes a la noche, para hacer noche en el departamento de Mica en Bariloche y empezar el Sábado con 3hs de ventaja.

Día 2

Al día siguiente salimos cerca de las 10 de la mañana con la idea de llegar a cruzar a Chile por Los Antiguos, para lo cual teníamos que llegar antes de que cierre la frontera a las 22hs, para tomar el día siguiente la excursión a las Catedrales de Mármol desde Chile Chico. En el peor de los casos parábamos a dormir en Los Antiguos y cruzábamos temprano al día siguiente.

Hasta Esquel el tiempo pasó volando, quizás por que habíamos recorrido ese camino ya muchas veces. Si bien yo era el único que manejaba, Mica era una copiloto de lujo: cebaba mate cuando yo quisiera – aunque ella no tomaba – y preparaba el almuerzo cuando había hambre. Incluso le daba culpa dormir, pero yo le insistía en que descansara si tenía sueño y se tomaba sus siestas.

De Esquel para el sur fuimos pasando pueblitos: Tecka, Gobernador Costa, Rio Mayo y Perito Moreno. Desde ahí fuimos para el Oeste hacia Los Antiguos, un pueblito que me encantó sobre la margen sur del inmenso lago Buenos Aires (General Carrera del lado Chileno). Justos de horario, nos jugamos a cruzar la frontera y pasamos últimos, acorde a nuestro estilo.

Tuvimos la gran idea de cruzar a Chile en nuestro primer día de viaje 🤦🏼‍♂, cuando llevábamos de todo para el resto de viaje. Nos revisaron a fondo las mochilas y hasta tuvimos tirar comida. Nos apagaron las luces de la aduana antes de que pudieramos irnos.

Llegamos a Chile Chico de noche, sin señal de celular y sin reserva para pasar la noche. Por suerte conseguimos lugar en un hostel muy bien atendido en el que nos dejaban guardar el auto en su propio garage mientras nos fuéramos a la excursión. La gente del hostel nos contó un poco más de la excursión: nos dijeron que no salía desde Chile Chico sino que las empresas de turismo del pueblo te vendían primero un transfer hasta Puerto Río Tranquilo y desde ahí, dependiendo de las condiciones climáticas, salía el tour embarcados en el lago.


Día 3

Mica se sintió mal esa noche, pero por suerte se sintió bien al despertarse a la mañana siguiente. Fuimos a averiguar por la salida, y el señor que nos vendía nos dijo que en ese momento el puerto estaba abierto, pero que hasta que lleguemos las condiciones podían cambiar y que el puerto cerrara, y que en definitiva no pudiéramos ver las catedrales de mármol. Ya estábamos jugados, habíamos cruzado a Chile con el único propósito de hacer esta excursión y aceptamos. Lo que no sabíamos era que el camino de ida era de 4 horas por un camino de tierra, por momentos bastante angosto, y que el chofer le gustaba andar muy ligero. Yo fui tenso todo viaje y me agarraba con fuerza al asiento en cada curva.

En el camino paramos en el mirador de la Laguna Verde y en un pueblito llamado Puerto Guadal. Cuando llegamos a Puerto Río Tranquilo, obviamente el puerto estaba cerrado. Nos hicieron quedarnos un par de horas por si en una de esas casualidades de la vida se reabría el puerto. El viento opinaba lo contrario. Comimos algo por ahí, nos cruzamos un gatito, y hablamos un poco con una familia cordobesa que estaba en la misma situación que nosotros. Nos comentaron de un camping sobre la ruta antes de llegar a Bajo Caracoles – dónde pensábamos hacer noche, y nos dijeron también que Bajo Caracoles era "la nada misma".

Laguna Verde

El puerto nunca abrió, pero al menos aprendimos algunas cosas para la próxima:

1. Es conveniente hacer noche en Puerto Rio Tranquilo y no en Chile Chico. Primero porque te ahorrás el transfer que fue lo más caro de la excursión (nos habían comentado que el camino de ripio podía llegar a ser complicado; pero estaba impecable); y segundo porque al mediodía siempre hay viento, y desde Chile Chico no hay forma de llegar suficientemente temprano. 

2. En el peor de los casos hay otras cosas para hacer, como salidas en bici y trekking a un glaciar.


El camino de vuelta a Chile Chico fue eterno, casi 5hs, porque al chofer se le ocurrió que ya que no habíamos podido hacer la excursión íbamos a parar en todos lados a sacar fotos. El único lugar que paramos y que fue realmente interesante fue la quebrada del diablo; una falla geológica que viene desde la montaña y se mete en el lago. Dormimos parte del camino.

Quebrada del Diablo entrando en el Lago General Carrera

Por suerte llegamos a tiempo como para que volvamos a cruzar la frontera hacia Argentina. Teníamos la idea de llegar lo más lejos posible sobre la ruta 40 para poder estar llegando a El Chaltén la noche siguiente. El camping que nos habían comentado los cordobeses era nuestra primera opción. Se puso oscuro y se fue haciendo tarde. Tomamos un mate en el auto y comimos algo. La ruta estaba impecable, ni un bache. Cuando frenamos para cambiar la yerba: 💥BUMM!!!💥  

El viento agarró la puerta de Mica apenas la abrió y se la sacó de las manos. Hizo ruido a chapa doblada y Mica no podía volver a cerrarla ni con las dos manos. Yo me bajé del auto – salí por mi ventana – y la ayudé a cerrar empujando desde afuera. El viento que había era temendo, pero desde adentro del auto no se sentía. La puerta no cerraba del todo, quedaba un espacio por el que pasaban los dedos.

Ya un poco nerviosos, seguimos andando buscando el camping. Encontramos la entrada y nos desviamos de la ruta por una calle de ripio hasta encontrarnos con el portón de la estancia. No había señales de vida. Abrí el portón y pasé, y seguimos un camino durante un par de kilómetros con esperanza de encontrar el camping. Cuando nos dimos cuenta, estábamos sobre un camino que llevaba a la cueva de las manos, dentro de una estancia. Pensamos en pasar la noche ahí, sin avisar a nadie, pero a lo mejor a la gente de la estancia no le agrade encontrarse por la mañana con alguien dentro de su propiedad. Toda la situación nos dio un poquito de miedo, yo intenté pegar la vuelta en ese camino de tierra pero se puso difícil. Mica se bajó para guiarme, y después de un par de maniobras pude girar. Nos fuimos de la estancia rumbo a bajo caracoles, que como bien nos habían dicho, era la nada misma.

Pasamos la noche adentro del auto, estacionados frente a un hotel casi sobre la ruta. Yo dormí en el asiento del acompañante (con un aislante sobre la puerta entreabierta) y Mica durmió en los asientos de atrás. Esa noche nos cocinamos unos fideos precocidos con el jetboil (todo adentro del auto) y nos fuimos a dormir.


Día 4

Nuestras caras lo dicen todo.

No dormimos bien, pero no pretendíamos un viaje de cinco estrellas. Veníamos a buscar aventura y la aventura nos encontró desprevenidos. Estábamos contentos :)

Cuando salimos del auto nos encontramos con un grupo de extranjeros en una casa rodante de madera pidiendo combustible. Ellos iban al revés que nosotros – de sur a norte – y con el viento del día anterior y la casa rodante a cuestas habían consumido tanto combustible que no tenían suficiente para llegar a Perito Moreno, donde estaba la próxima estación de servicio. Según Google Maps, había una YPF en Bajo Caracoles, pero en realidad no era más que un baldío. Intentamos darles un poco de combustible, pero el Ka tenía una válvula anti robo que no nos dejaba sacar así nomás. Les ayudamos con la traducción para pedir ayuda a otros autos, pero eran Diesel, y el encargado del hotel tampoco tenía nada. Sin poder ayudarlos, volvimos a arrancar rumbo a Gobernador Gregores.

Mica durmió gran parte del tramo. Llegamos a Gregores al mediodía, cargamos nafta y averiguamos por un chapista que nos pudiera arreglar la puerta. Había mucho mucho viento y sabíamos que ahora venía una parte de ripio.

Fuimos al chapista pero justo se estaba yendo a comer, pero quedamos en volver a encontrarnos a las 15hs. Nos dijo que con el viento que había no se podía circular por el ripio, que volaban piedras y demás. Hicimos tiempo en la YPF mientras comíamos algo y chequeábamos el pronóstico. La previsión de viento era peor cada día. Se hicieron las 15hs y el chapista empezó su trabajo: palanca por acá, palanca por allá... soldar, pintar, y en 40 minutos la puerta cerraba perfecto. Nos cobró barato y nos solucionó un gran problema en menos tiempo del que pensábamos.


Salimos de Gregores a enfrentarnos el viento y el ripio.

La primer mitad del tramo de ripio estaba en muy buen estado y fue probablemente de lo más entretenido del viaje. Cada 10 minutos se cruzaba algún choique, guanacos u ovejas y parabamos a filmar o sacar fotos. No había viento.

La segunda mitad estaba en muy mal estado. El Ka iba surfeando sobre el río de piedra bocha sin demasiado control y todo el tiempo nos tocaba abajo. Fue lento y se hizo largo. Cuando volvimos a pisar asfalto fue un alivio total.

La ruta hasta Tres Lagos fue un placer, ya sin ripio, con algo de música tranquila y el sol que empezaba a bajar y todo se teñía de naranja. Pasando el pueblo entramos en una estación de servicio a cargar nafta y comprar unos sandwiches de milanesa para llegar a Chaltén y no tener que cocinar. Nos llamó la atención la cantidad de stickers que había en los surtidores y las ventanas. Nos hizo sentir de viaje.

Nuestro próximo destino era ya El Chaltén. Seguimos viaje por la 40 hasta entrar en la 23 al norte del lago Viedma. Empezó a caer la noche y a chispear. Llegamos a Chaltén dentro de una nube y fuimos directo al Camping El Relincho. Armamos la carpa y nos fuimos a dormir, sabiendo que el viaje empezaba ahora.